– ¿D’Artagnan el famoso mosquetero?—dijo Julián con cara sorpendida.
– Mosquetero si pero famoso no lo creo.
– Pues es un honor conocerle.
– El honor es mío. Francia les debe mucho.
– Pero hay algo que no entiendo—comento Julian- ¿Cómo ha sabido usted que Milady iba detrás del cardenal y que intentaría raptarlo esta noche?
– Francia y España han estado constantemente en contacto a través del ministerio y recordamos la ayuda que nos prestó hace años con Juana de Arco. La ayuda de España fue crucial.
– Siempre es un honor ayudar a un país vecino y amigo. —comentó Alonso de Entrerrios que seguía sin entender porque Julián ponía esta cara. Se acercó un momento a él.- Caballero, nos disculpa un momento por favor.
– ¿Qué te pasa?
– A mi, nada, ¿Por qué?—contesto Julián.
– Pues pones una cara desde que ha entrado este tal D’Artagnan.
– Es que es uno de mis héroes, me he leído todas sus aventuras y claro tenerlo delante de mí pues…
– Ya veo, admiración.
– Eso es. Por cierto, ¿Dónde está Amelia?
– Buenas noches señores, Señor D’Artagnan, un placer verle de nuevo.
– Señorita Amelia, buenas noches de nuevo. Señores, esta señorita es una mina de oro. Sin ella, la misión no hubiera salido adelante. Fue ella la que contactó conmigo a través del ministerio y que me avisó del secuestro inminente de Monseñor Mazarin.
– Es universitaria, será por eso.
– No sabía que las mujeres fueran a la universidad.
– En España y donde vive Amelia, sí. —contestó Julián.
– La señorita Amelia es estudiante en una universidad y ustedes, caballeros, quitando ayudar a Francia, ¿que hacéis?–Alonso y Julián se miraron sin saber que contestar.- Señores, ya les he dicho, yo también trabajo para el ministerio de Francia. Yo también he ido a misiones a siglos anteriores. Si no es mucho pedirles me gustaría que me contaran de donde vienen.
– Yo soy un soldado de los tercios de Flandes y lucho por España.
– ¿Y usted Julián?
– Soy enfermero en Madrid y vivo en el año 2014.
– Eso son muchos años después de mi muerte.
– Desde luego.
– Ahora entiendo que usted me haya dicho al principio el famoso mosquetero.
– Así es. Usted no lo sabe pero se harán hasta películas de su vida. D’Artagnan y los tres mosqueteros. ¡Un pour tous, Tous pour un!
– ¿Películas?
– Si imágenes puestas una detrás de otra en movimiento.
– Ah.—dijo el mosquetero asintiendo con la cabeza.
– Supongo que algún emisario habrá partido hacia Versailles para avisar al rey.– preguntó Alonso.
– Desde luego. Señores, mañana nos espera un día importante. La firma del tratado de los Pirineos entre nuestros dos países. ¿Se quedaran aquí para asistir a la firma?
– Ser testigo de la historia no es el privilegio de muchos.– contesto Julian. – Mañana nos tendrá aquí para presenciar tal acontecimiento. Buenas noches Señor.
– Buenas noches Señorita, Caballeros.
Los tres amigos salieron del palacio. Eran ya las dos de la mañana y estaban muy cansados. Se fueron al convento a dormir. Mañana les esperaba un día inolvidable para la historia, tanto de Francia como de España.
« Un D’Artagnan ha salido de la espesura. ¡Es muy amistoso! »
🙂
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y Julian fanboyando con D’Artagnan! 🙂
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